miércoles, 8 de octubre de 2014

¡Mamá mamá! ¡En el cole me llaman coleccionista!...

...
-¿Y tu que les dices?
-¿Yo? ¡HI-LO DE VEN-TA!

A todo esto... ¡Me toca!

La mayoría de los que estáis leyendo estas líneas y tenéis una colección más o menos importante de juegos de mesa seguramente comenzasteis de la misma forma. Un maravilloso día descubrimos este mundo. Normalmente suele ser algún amigo quien nos enseña la puerta de entrada con alguno de los clásicos. Carcassonne, Colonos de Catán, o Stone Age han sido la puerta de entrada al hobby para muchos de nosotros.

Desde ese día todo cambio. Empezamos comprándonos alguno de estos títulos. Incluso algunos atrevidos, para elegir, se zambullen en la red de redes y entonces descubren la Board Game Geek o, a nivel patrio, la BSK. Empiezan a leer opiniones reseñas y eligen. En mi caso, el primer juego que entró en mi humilde colección fue mi querido Agricola de Uwe Rosenberg. Una gran cantidad de partidas seguidas a un mismo juego. Ocasionalmente iba comprando algún título, pero casi de forma residual.

Pero un buen domingo, en esas mañanas de limpieza rutinarias, te percatas de que el número de cajas comienza a superar ampliamente la veintena. Ya no es tan fácil sacar a la mesa un mismo juego varias veces consecutivas y se está constantemente consultando posibles novedades y ofertas. Cuando esto ocurre, ay amigo mío, te has convertido en un coleccionista. Empiezas a mirar tus estantes más como un conjunto que como una selección de títulos, y ya no sopesamos tan concienzudamente que juego nuevo entra casa. Otros factores comienzan a formar parte de la ecuación. A los habituales de tipo de juego, mecánicas, número de jugadores o duración comienzan a ser sobrepasados por características como puede ser el precio. Cuando una oportunidad se nos presenta, nos cegamos. Shut up and take my money, ¿no? Somos una presa fácil.

Demasiado espacio libre... ¡A comprar!
Demasiado espacio libre... ¡A comprar!

Ahora la pregunta: ¿En qué momento ocurre esto? ¿Es algo puntual? ¿O es un proceso como la erosión, lenta pero constante? Yo lo único que sé es que estoy cerca de tener un Síndrome de Diógenes controlado. Mi obsesión por apilar cajas rellenas de madera y cartón y no deshacerme de ellas empieza a ser preocupante (para los demás). Y este es otro factor clave. Porque me cuesta horrores deshacerme de uno de mis precisados juegos, aunque sea un truño de proporciones épicas. Siempre encuentro una excusa: es un regalo, no me van a dar un duro, encaja perfectamente en ese pequeño hueco que queda en las estanterías…

Supongo que estoy ultimo no es algo tan común, porque los hilos de compra-venta están cada día más activos. Hace poco intenté colar un juego en una mathtrade porque no es de mi estilo y no lo compre. Tenía claro que no lo iba a volver a jugar. Pero aun así, me costó la misma vida. Los cuido como si fueran mis pequeños bebés. Todos con sus fundas, todos colocados en sus estanterías de la forma más óptima posible. ¿Vosotros os desharíais de un hijo vuestro?

Esta entrada no deja de ser un volcado de pensamientos sobre como llevo esta, por otro lado, magnifica afición. Espero que alguno de vosotros, al menos, se sienta parcialmente reflejado. Si es así, sed buenos y dejad un comentario para no hacerme sentir que estoy perdiendo el control de mis facultades mentales. O, por el contrario, si así creéis que está ocurriendo, también podéis dejar constancia. Ya sabéis… sin juegos y sin cerveza, Misut pierde la…




Te toca, Shei!

7 comentarios:

  1. Por supuesto que no eres el único! Cuando hubo la oferta de Poly de Un mundo sin fin y Catán de dados, dije "Catán a 3€... Pero no me gusta el Catán... Y no me gustan los dados... Pero 3€..." y ahí lo tengo en la estantería. Junto a juegos que me da pena deshacerme de ellos y hará años que no ven mesa (ni la verán).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eh! El Catán de Dados me mola mas que el original! Abro paraguas! :P

      Eliminar
  2. Pues cuando te enteres de que no le gusta la cerveza... :P :P :P

    Coincido plenamente con el: "Cuando pasas de 15 cajas, you're in"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que no encontraba nada que rimase... así que lo dejé como el original :P

      Eliminar
  3. Yo os lo voy a decir. Ocurre en el momento en que tu cuerpo te pide novedades, y no las puedes probar, por determinadas circunstancias. En ese momento, tu ciclo de consumo/juego/venta se modifica: compras más que juegas, juegas más que vendes y te resistes a vender si no lo has jugado tanto como pensabas, porque incredulamente, piensas que en algún momento saldrá a mesa, pero en el fondo sabes que estará en la estantería para calzar la balda.

    ResponderEliminar